Cuando escuchamos la palabra hábitos pensamos en rutina, en algo cotidiano, y no le damos la importancia que tiene.
Un buen hábito aumenta tu energía, tu salud, tu productividad, tu felicidad y tus resultados.
Un mal hábito o un hábito inapropiado tira por tierra tus objetivos, tu planificación, tus resultados, tus emociones y hasta puede afectar a tu salud.
¿Por qué cuesta tanto deshacerse de los hábitos inapropiados?
¿Te ha pasado alguna vez que sabes que quieres realizar cambios en tu vida y hasta lo más insignificante te cuesta un montón?
Vamos a imaginar que quieres eliminar un alimento que sabes que no te sienta bien, por ejemplo, el café. Sabes de sobra que te encuentras mejor cuando no lo tomas, que te deshinchas, que no te alteras tanto, que digieres mejor, pero… es que te gusta tanto, además, con lo bien que huele… ¡mmmm!
Sin embargo la fuerza de la costumbre pesa y de tanto en tanto te descubres con una taza en la mano. ¿Por qué ocurre esto?
Ocurre porque todo aquello que hacemos habitualmente lo tenemos “automatizado”, es decir, nos hemos programado para ello. Al principio hubo una fase de aprendizaje en la que nos costó introducir esa costumbre en nuestra vida, en nuestro día a día.
Pero una vez que dicho acto se repite unas cuantas veces y se fija por unos cuantos días ya forma parte de nuestra rutina y voilà, hemos adquirido un nuevo hábito.
Adquirir hábitos nuevos cuesta energía y tiempo
Los nuevos hábitos cuestan al principio porque suponen desgaste, necesitamos foco, atención, y esto nos consume energía y tiempo.
Si tienes carnet de conducir sabes de lo que estoy hablando, ¿verdad?
No sé tú, pero a mí me costó, ya lo creo que me costó. Aprender la práctica de conducir es una tarea ardua. Aún recuerdo la primera vez que me monté en el coche con el profesor de la autoescuela a mi derecha.
En el primer cambio de marchas se sujetó donde pudo. Rápidamente echó mano al volante y corrigió la trayectoria del vehículo, pues mi mano derecha fue a la palanca de marchas y la izquierda, en vez de quedarse sujetando el volante, lo arrastró bruscamente imitando el movimiento de la mano derecha y un volantazo nos pegó un susto serio. La primera que se llevó susto fui yo, que no entendía qué había pasado.
Un poco más adelante llegó lo del intermitente, el retrovisor, las señales de tráfico… y cuando entras en ciudad ni te cuento, la gente cruza la calle por donde se le antoja y tú estás como un flan con el pie cerca del freno por si acaso.
Ahora sin embargo vas a Madrid, a Barcelona, a Sevilla, donde sea, y a la vez que conduces escuchas la radio, o un podcast, o vas charlando o simplemente pensando… y no sabes ni cómo ni por qué las marchas se cambian, los intermitentes se ponen cuando corresponde y todos los procesos fluyen, sin siquiera ser conscientes de ello. ¿Qué diferencia, verdad? Pues esto es ni más ni menos que un hábito en acción.
La mayor parte de nuestras decisiones no son reflexiones, sino hábitos
La mayor parte de las decisiones que tomamos cada día nos pueden parecer consecuencia de una reflexión, sin embargo, esto no es así. Son simplemente HÁBITOS que tenemos instaurados, como programas automáticos que simplemente necesitan de un disparador para ponerse en marcha.
Aunque pueda parecer irrelevante un hábito en sí mismo, el conjunto de nuestros hábitos (lo que compramos, lo que gastamos, lo que decimos, lo que callamos, lo que pensamos, nuestras rutinas…) tienen un profundo impacto en nuestra salud, en nuestra productividad, en nuestra economía, en nuestra felicidad y, en general, en nuestra vida.
Así como las personas que son fumadoras llevaban al principio su paquete de tabaco y decidían conscientemente cuándo fumaban y cuándo no, hubo un día en el que cada vez que se sentaban en la terraza de un bar y se tomaban una cervecita decidían fumarse un cigarro. A las pocas semanas ese cigarro dejó de ser una elección consciente y, sin darse cuenta, al levantarse de la terraza ya se han fumado mínimo uno. Y si se descuidan y están más tiempo seguramente caerá alguno más.
Lo siento, han perdido el poder de decidir y su biología ha tomado el mando; los ganglios basales (unas diminutas y complejas estructuras cerebrales) salen a escena.
Los hábitos se producen porque el cerebro está siempre buscando la forma de ahorrar energía.
¿Cómo pueden modificarse los hábitos inapropiados?
Alcohólicos Anónimos transforma la vida de las personas trabajando los hábitos que les llevan a su adicción.
Proyecto Hombre, en sus procesos de rehabilitación, hace hincapié en no relacionarse con las mismas personas ni acudir a los mismos lugares que frecuentaban, pues estos “inducen” de forma inconsciente a repetir las mismas conductas, o sea, hacen de disparadores del hábito, en esta ocasión el consumo de drogas en la mayoría de los casos.
En algún momento en concreto decidimos qué comer, cuánto comer, con qué frecuencia beber algo o salir de paseo…. Y curiosamente en la cocina, fíjate si hay alimentos y recetas, pero siempre vamos a repetir los menús y cocinamos los alimentos de la misma forma. Cuando repetimos continuadamente esto, dejamos de elegir y actuamos de forma automática. Por tanto hemos adquirido un hábito.
Lo bueno es que si comprendemos cómo sucede podemos remodelar estos hábitos como nos convenga.
¿Quieres dormirte rápidamente y despertarte sintiéndote bien? Pues atención a tus patrones nocturnos y a lo que haces automáticamente cuando te despiertas.
¿Quieres que algo te resulte fácil? Pues comienza a crear detonantes que lo conviertan en rutina.
Si quieres transformar tu vida, si quieres mejorar tu vida, si quieres ser el artista que modela sus días, sus proyectos, su futuro… de forma distinta a la que tienes ahora, si quieres caminar hacia una vida más saludable, más abundante y con tu propósito, que no el de otro, has de tomar conciencia de que esto pasa por hacer cosas distintas, pues si sigues el mismo camino, llegarás al mismo sitio en el que estás ahora.
Es momento de plantearse seriamente un cambio de hábitos a sabiendas de que no es tarea banal
Seguro que te has propuesto más de una vez tomar agua tibia con el zumo de un limón antes de desayunar lo que habitualmente tomas porque has leído que sube las defensas, aporta vitamina C, ayuda a evacuar… Te acuestas con el firme propósito de que a partir de mañana lo vas a tomar.
A la mañana siguiente te levantas y, ¿qué sucede?¿Cuántas excusas te pones cada día? Es que… y si, pero…. ¿Te suena?
Fíjate que aparentemente es tarea sencilla: llenar un vaso con agua tibia, hacer un zumo de limón, verterlo en el vaso de agua y tomarlo. Cualquier persona, incluso personita, puede afrontar esta labor que aparentemente no es nada compleja. ¿Dónde está la dificultad? ¿Vas siendo consciente?
Pues esto nos pasa tantas y tantas veces. ¿Recuerdas cada comienzo de año? Tienes siempre buenos propósitos: te vas a cuidar en la alimentación, vas a adelgazar, vas a comer más fruta, te vas a quitar el café, vas a ir al gimnasio, retomarás las clases de…
Pues ahora ya sabes por qué la gran mayoría de las veces se quedan en simples deseos. Sabemos qué queremos en nuestra vida y aunque parezca obvio no lo es tanto el hecho de ponerse manos a la obra y superar esas pequeñas dificultades que el cambio nos provoca.
Un hábito no produce apenas desgaste de energía, sin darte cuenta ya lo has hecho (lavarte los dientes, preparar el desayuno…….), sin embargo, introducir un nuevo hábito es muy costoso puesto que tienes que crear rutas neuronales nuevas, esforzarte y quemar un montón de energía para crear y mantener algo nuevo en tu vida.
Transformar un hábito no siempre es fácil y rápido, no siempre es sencillo; más bien todo lo contrario, pero ES POSIBLE.
Si de verdad quieres mejorar tu vida, si de verdad quieres tener una vida más saludable, más próspera, conseguir tus metas… esto pasa sí o sí, por cambios en tu vida, en tu día a día y en tus rutinas.
Cambios que unas veces serán más sencillos y otras no tanto.
¿Quieres que te ayude a cambiar tus hábitos y celebramos juntas esas pequeñas victorias?
Hay muchas formas de modificar ciertos hábitos. Hoy en día hay mucha información circulando por Internet, así que puedes hacerlo por tu cuenta, el famoso DIY, o bien, tomar la mano de una persona que te guíe, que te acompañe, que te escuche y te resuelva las dudas que te vayan surgiendo en el camino. Esta es una decisión que más tarde o más temprano has de tomar.
Yo soy de las que les gusta viajar en compañía, compartir, disfrutar del camino y aprender.
Si estás en este momento en la tesitura de que quieres cambiar, de que quieres mejorar, de que quieres dejar de sentir el estrés, eliminar esos síntomas que tanto te están dando la lata últimamente, quieres dormir y descansar bien, sentirte cada día más saludable, con más vitalidad, energía, disfrutar de tu vida, de tu tiempo, de tu familia… es hora de revisar tus hábitos y hacer los cambios necesarios. Ni más, ni menos.
Y en esa tarea, si me dejas, te acompaño, te guío, te oriento, porque el camino es más divertido si se hace en compañía. Porque las victorias, aunque sean pequeñas, cuando se comparten se disfrutan más. Porque cuando vienen mal dadas y nos cuesta y no nos sale, la frustración acecha y lo más sencillo es tirar la toalla.
A ti, que quieres una vida mejor para ti y para los tuyos, a ti, te tiendo mi mano. ¿Me acompañas?